Cristian Solera, oriundo de Pocito en San Juan, recorrió más de mil kilómetros viajando a dedo para llegar a Corrientes y colaborar voluntariamente en el combate de los incendios forestales que azotaron a la vecina provincia.
Solera, de 30 años, ya había realizado otras travesías solidarias incluso en el exterior y esta vez no dudó en ayudar a sus compatriotas correntinos. Allí permaneció al menos una semana y trabajó junto a bomberos y el equipo de rescate de animales, mayormente en la zona del Parque Nacional Iberá.
Al emprender su vuelta, el fin de semana, arribó al pequeño pueblo donde reside y al contrario de lo que esperaba, un recibimiento de algarabía y celebración, se encontró con una triste noticia: su casa había sido blanco de un robo y destrozos.
“Hace una semana decidí irme a Corrientes a trabajar en los incendios, caminé, hice dedo, trabajé y trabajé y trabajé”, escribió el domingo al arribar a Pocito y contó cómo fue esa terrible llegada: “Hoy llegué después de volver caminando, de vuelta haciendo dedo y con la alegría de llegar a casa, recibir el abrazo de mi mamá, de mi hijo… festejar porque se combatieron los incendios, porque fui parte de eso. Y lejos de eso, lo único que recibí fueron lágrimas y la noticia: me robaron todo… hicieron daño, rompieron todo, me arruinaron”.
Así se expresó Solera durante las primeras horas de haber arribado a su casa en San Juan, con mucha bronca e indignación: «Cuando uno llega, lo que quiere es abrazar a su familia, comerse un asado, contar lo que vivió. Yo me encontré con mi vieja llorando y con Valentino (su hijo de 6 años) preguntándome por qué ahora la casa está fea».
«En este último tiempo estuve en Dinamarca, República Checa e Irlanda, haciendo voluntariados. Después me fui a Canadá y hace tres semanas me vine. A Corrientes me fui a dedo, llegué el martes de la semana pasada después de viajar como en 15 o 20 vehículos de todo tipo», contó el joven sobre su trabajo en Corrientes y sostuvo: «Con mi drone tomaba imágenes y daba las coordenadas de donde estaban los focos de incendios. Allá hasta me hicieron un reconocimiento por mi ayuda».
La vivienda está ubicada sobre Calle 14, entre Mendoza y Aberastain y, según detalló en publicaciones en su cuenta de Instagram, los delincuentes no lograron entrar, pese a que violentaron los ingresos. Si se robaron la bomba de la pileta, cortaron los cables y se llevaron todas las lámparas, arrancaron varios metros de una tela que recubría el alambrado perimetral y hasta desenterraron cables del tendido eléctrico para también llevárselos.