El objeto de hielo A23a tiene una superficie de 4.000 kilómetros cuadrados, casi tres veces el tamaño de la ciudad de Nueva York, y se desplaza hacia el norte.
Sin embargo, días atrás se determinó que ahora el inmenso trozo de hielo se desplaza hacia el norte, lo que causó alerta no por la posibilidad de que llegue a las costas de algún país (Argentina o Chile, por ejemplo) sino porque podría alterar las rutas de los animales de la zona, como aves y mamíferos.
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El doctor Andrew Fleming, experto en sensores remotos de la Prospección Antártica Británica, explicó a la BBC que el movimiento del A23a no necesariamente tuvo que ver con una suba en la temperatura del agua, que es otro fenómeno que los científicos monitorean hace años en los océanos.
«Estaba encallado desde 1986, pero eventualmente (su tamaño) iba a disminuir lo suficiente para perder asidero y empezar a moverse. Yo detecté movimiento por primera vez en 2020«, explicó Fleming, a bordo del barco de la institución del Reino Unido dedicada a la investigación de la Antártida.