El hallazgo no es menor para un instituto que ha sufrido las consecuencias de las políticas de ajuste del gobierno de Cambiemos. Vale destacar que, desde su creación en 1956, el INTA ha logrado sortear los más diversos obstáculos para continuar aportando investigación e innovación tecnológica a las cadenas de valor de las distintas regiones del país, con el objetivo de mejorar la competitividad y el desarrollo sustentable del país. Pero los últimos años fueron especialmente difíciles para el organismo. En agosto pasado, los trabajadores del instituto y entidades que nuclean a pequeños y medianos productores agropecuarios habían expresado su preocupación por el proceso de desfinanciamiento que sufrió el INTA durante la gestión del anterior gobierno nacional.
La promesa de las nuevas autoridades del organismo para impulsar nuevamente la labor de los investigadores ha generado expectativas entre los productores de las provincias algodoneras, donde se espera que se profundicen los trabajos en el campo de la genética que son llevados a cabo en forma simultánea en la Estación Experimental Agropecuaria de Presidencia Roque Sáenz Peña, en el Instituto de Genética “Ewald A. Favret” (IGEAF), ubicado en la zona de Hurlingham, en el oeste del Gran Buenos Aires, y en el Instituto de Microbiología y Zoología Agrícola (IMYZA) que depende del INTA Castelar, para obtener plantas de algodón que sean cada vez más resistentes al picudo, que es considerado la plaga más dañina del algodón, ya que tiene un enorme potencial de daño debido a la alta capacidad reproductiva de este insecto y a las numerosas generaciones que se reproducen en un ciclo agrícola. Según un trabajo publicado por la ingeniera agrónoma María A. Simonella, investigadores en Brasil han comprobado que una pareja de picudos adultos que comienzan a reproducirse en un lote en el inicio del ciclo del algodón, hacia el final del mismo, tras cinco generaciones de picudos, el número de estos insectos puede llegar a seis millones.
En el Chaco, durante 2019, la presencia de ejemplares adultos de esta plaga ha sido registrada en forma casi permanente en las trampas de captura colocadas en las zonas de cultivo de algodón de la provincia, lo que confirma la importancia de las investigaciones del INTA y de los resultados obtenidos en este caso para luchar contra la plaga más dañina del cultivo del algodón, no solo en las provincias de la región, sino en toda América Latina. En ese sentido, el aporte de los investigadores del INTA es enorme, ya que permitirá mejorar los rendimientos y reducir los costos de producción del cultivo, gracias a la obtención de una planta transgénica de algodón portadoras de las secuencias diseñadas para combatir el picudo. Merece destacarse también el aporte de las provincias del Chaco, Formosa, Santiago del Estero y Santa Fe, con fondos que permitieron financiar la investigación.
Estos resultados confirman la necesidad de contar con políticas de Estado que apoyen con recursos a los investigadores de instituciones como el INTA, donde ya se ha demostrado la capacidad para lograr avances en el campo de las tecnologías de la edición genética. Hay un dato a tener en cuenta: las grandes multinacionales del negocio agrícola también compiten en este segmento, y por lo tanto el sector público debe redoblar sus esfuerzos para no quedar atrás en esta carrera biotecnológica y que, en el caso de las modificaciones que se realizan a plantas para convertirlas en resistentes al picudo del algodonero, podría representar un paso decisivo en la lucha contra la plaga, en tanto se logre frenar el avance que el insecto mostró en los últimos años en la región, generando daños que derivaron en una reducción de la superficie de siembra.