El día de ellos, descubrimos porqué los médicos escriben tan feo

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Después de la revisión, el médico nos da un diagnóstico y un tratamiento, el cual escribe en una receta. El problema está cuando llegamos a la farmacia e intentamos leer esa receta para pedirle al farmacéutico las medicinas.

Aunque no todos los médicos tienen fea letra, en la mayoría de los casos sí es así y parece que escriben con jeroglíficos que sólo el farmacéutico es capaz de descifrar, gracias a sus años de práctica leyendo garabatos.

Luego de mucho investigar, logramos encontrar la respuesta a este gran misterio:

¿Por qué la letra de los médicos es prácticamente ilegible?

¿Les divierte vernos batallar tratando de entender la receta? ¿Es como un código secreto que tienen con las personas que trabajan en las farmacias?

En su libro Oro y espadas. Curiosidades históricas de la Argentina cuando era española, Daniel Balmaceda nos brinda la explicación histórica a este problema. En el siglo XV se creó en españa el Real Tribunal del Protomedicato, un cuerpo técnico encargado de vigilar las profesiones relacionadas con la salud (como los médicos y los boticarios). Un siglo después este tribunal se instaló también en las colonias españolas de América.

El Protomedicato estableció que los médicos debían escribir las recetas médicas en latín, por considerarse la lengua más culta.

No obstante, con el paso del tiempo y el aumento de la población se registró un mayor número de enfermos, mismos que se quejaron de no comprender las recetas, ya que el latín no era una lengua que se enseñara a los habitantes en general.

Ante este panorama, a principios del siglo XIX se dio la orden de dejar a un lado el latín y escribir las recetas en español.

Los médicos no recibieron muy bien esta noticia, pues consideraron que utilizar el lenguaje del vulgo desprestigiaba su labor.

A pesar del disgusto, tuvieron que acatar la orden. Sin embargo, decidieron emplear una letra cursiva difícil de leer, como represalia a la orden emitida por las autoridades.

“Esa fue su venganza a la intromisión de los pacientes en su relación epistolar con los boticarios. Hoy, en el siglo XXI, podemos intentar leer una receta y comprobar que la venganza continúa”, explica Balmaceda en su libro.

 

 

 

Fuente: vix.com