Puede que sea coyuntural, consecuencia de una serie de factores negativos que se alinearon con la emergencia sanitaria que impuso el virus surgido en China, pero el hecho es que el impacto se está viendo con fuerza en la región y especialmente en la provincia de Corrientes que ha hilvanado en las últimas semanas una seguidilla de notas preocupantes. Las estadísticas oficiales muestran que el índice de desempleo prácticamente se duplicó entre el primer y segundo trimestre de este año y a su vez creció cuatro puntos porcentuales la pobreza en el primer semestre. Los indicadores económicos describen la misma curva y explican el deterioro social, que no sólo se registra en el Taragüí.
El país en su extensión está sufriendo las consecuencias de la recesión, herencia de la gestión anterior (Mauricio Macri), y los efectos de la pandemia con su extensa cuarentena (diseño de Alberto Fernández) que ha desenfuchado la economía argentina. Atenuante para Corrientes, hay distritos mucho más complicados. No obstante la serie estadística que dio el Indec en las semanas pasadas muestra que la provincia se encuentra en un preocupante plano inclinado, es imperioso frenar el deslizamiento en el corto plazo. Pero, ¿cómo hacerlo si el conjunto también está en declive?
El contexto nacional no ayuda a proyectar mejorías, de hecho las notas negativas de Corrientes en el plano social y económico no son más que un reflejo de los números rojos a nivel país. Un rápido repaso de los indicadores de Argentina: derrumbe del Producto Bruto Interno de 19,5% en el semestre (récord); desocupación arriba de 13%; pobreza al borde del 41%, caída de las exportaciones en el orden del 30%. Y si además se quiere agregar al listado, la inflación acumulada de casi 19% en ocho meses.
El cuadro nacional no es precisamente auspicioso. En ese espejo hay que mirar a Corrientes que, durante la pandemia, duplicó el número de desocupados. En el primer trimestre (enero-marzo) el índice era de 4,1%, al finalizar el segundo trimestre (abril-junio) había alcanzado 8,1%. Pocos distritos tuvieron un salto tan abrupto, en el caso de Corrientes se disimula porque partió de un porcentaje relativamente bajo. Lo llamativo es que en las provincias vecinas (salvo Misiones) los números muestran una mejoría, en plena pandemia.
En pobreza e indigencia también se notó la involución por estos lares. El reciente informe del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) señala que Corrientes pasó de 37,9% al finalizar el 2019, a 41,2% en julio de este año (primer semestre de 2020). Aunque todavía lejos de 49,9% que registró en el segundo semestre de 2018, el drama de la pobreza sigue rondando la provincia con indicadores altos, entre los más altos del país. Esta vez, sin embargo, el Gran Resistencia hizo punta en la región NEA y estableció una marca de 48%, seguida por la capital misionera, Posadas, con 42%.
Estas cifras revelan que la situación de Corrientes, aunque complicada, está levemente mejor que los distritos vecinos. En realidad, el Nordeste está abonado a los indicadores estadísticos negativos en todos los rubros, sucede que junto con el NOA son las dos zonas más postergadas de la Argentina. No por nada aquí demora en descender la mortalidad infantil y materna, que han bajado considerablemente en otras regiones del país. O, por ejemplo, se disparan los números de madres adolescentes; repitencia y deserción escolar. Son todas ramas de un mismo tronco: una economía raquítica que no garantiza prosperidad. Sin trabajo no hay proyección individual ni colectiva.
El diseño de un modelo productivo, atado a la actividad primaria, también está sintiendo los efectos de esta acción de pinza (recesión y pandemia) tanto que han caído las exportaciones correntinas, que de por sí ya representaban un porcentaje ínfimo en la balanza nacional.
Fuente norte