El Arzobispado acumuló las denuncias y renuncias de varias catequistas de un par de iglesias, pero no removió al prelado. Una de las mujeres lo acusó de haberla manoseado. El mes pasado, el reclamo llegó hasta la nunciatura apostólica en Buenos Aires.
Un sacerdote denunciado por al menos dos mujeres de la feligresía de parroquias cercanas a Capital está acusado de abuso deshonesto, malos tratos y hasta abuso sexual. Y pese a existir un fallo condenatorio de la Justicia en los primeros casos, aún continúa dando misa como si nada ocurriera.
Las víctimas, muchas de ellas excatequistas, y que serían más de dos, revelaron a este medio los escritos presentados infructuosamente ante el Arzobispado, denunciando el comportamiento inmoral del prelado. Un juzgado de familia lo condenó por su pésimo comportamiento y sin embargo continúa vistiendo la sotana y celebrando misa.
EN LA COMISARÍA SE HABRÍAN RADICADO DENUNCIAS POR ABUSO
Si bien el caso no es nuevo y desde hace meses se viene hablando del conducta del joven sacerdote, no fue sino hasta el año pasado cuando la Justicia falló en su contra por sus “excesos”, los acosos a través de mensajes de textos y hasta los maltratos sufridos por varias catequistas que fueron testigos en aquella causa judicial a favor de la denunciante.
Se trata de la causa judicial bajo expediente Nº18621/19, en el marco de la Ley 26.485 de Violencia contra la Mujer y que presenta como víctima a una mujer a la que por expreso pedido de resguardo de identidad llamaremos “Isabel”, quien acusa a un sacerdote, quien atiende las parroquias cercanas a Capital.
Pero no es la única que acusa al prelado, ya que también fue denunciado por otra joven a la que llamaremos “Belén”, excatequista. Al igual que Isabel, cumplía funciones en Cáritas, como otras mujeres que se fueron apartando en los últimos dos años de aquellas parroquias por la misma razón. Los malos tratos, el acoso y los reiterados abusos del cura, no sólo eran en persona, sino a través de mensajes de texto por WhatsApp, por Messenger en Facebook.
“Tuve que recurrir a la Justicia porque presenté mi queja por escrito ante el Arzobispado. Monseñor tiene nuestras denuncias desde hace rato. Todas las denuncias. Sabe lo que pasa y sin embargo no lo han apartado. En esas iglesias asisten muchísimos niños y el sacerdote no retrocedió en su comportamiento. Muy por el contrario”, expresó Isabel en diálogo con época.
El peligro sigue
Mientras Isabel obtuvo un fallo “liviano” pero favorable, teniendo en cuenta el nivel de acusación que hizo, desde octubre participa poco y nada de la vida religiosa, algo que la sensibiliza sustancialmente luego de muchísimos años de catequista.
Por su parte, Belén asegura que su estado emocional fue alterado y desde hace casi un año está con tratamiento psicológico para no quebrarse del todo. También dio un paso al costado del servicio religioso en la catequesis y en Cáritas, donde presentó su renuncia formal el año pasado. “Para nosotras fueron meses soportando, pero hay muchas excatequistas que literalmente fueron echadas por el sacerdote, a las que también intentó abusar al poco tiempo de llegar al servicio en estas parroquias”, coincidieron ambas mujeres.
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Hoy, Belén e Isabel se encuentran casi apartadas de la Iglesia, de ese lugar al que sienten como propio por su devoción y contribución de años de trabajo en la catequesis y en Cáritas. “A nosotras nos marcó esta situación. Yo todavía estoy con psicóloga porque me alteró el ritmo de vida. Llevo años soportando esta situación de impunidad absoluta”, agregó Belén.
“Para nosotras el peligro aún sigue en esas parroquias, ya que varias chicas que quedaron nos dijeron que el sacerdote sigue comportándose de la misma manera”, explicó a época Isabel.
Lo acusan de abuso
Pero los malos tratos, dentro del comportamiento general del Padre, no sería lo único por lo cual se encendieron todas las alarmas entre los feligreses, ya que hay por lo menos una excatequista que lo acusa de abuso sexual. Esto comprometería aún más al cura.
Uno de los relatos más fuertes es el que Belén compartió a época sobre sus experiencias. “Estábamos con el resto del grupo de mujeres catequistas y amigas de la iglesia. Fue el 18 de agosto de 2019, cuando hacíamos una feria de ropa para recaudar fondos para Cáritas. En un momento me llamó el sacerdote y repentinamente me encerró en su habitación de la casa parroquial. Me tiró en su cama y me quería convencer de que estuviéramos juntos (Sic).
Como no acepté, igual me tocó todo el cuerpo, pero me defendí y no dejé que llegara más allá. Entonces me hecho de la habitación y me dijo “andate o no respondo” (Sic)”, relató compungida la víctima.
Después de un tiempo y con la tensión del caso, el cura se había reunido nuevamente con Belén, a quien siempre según el testimonio de la víctima: “Me pidió disculpas de rodillas y llorando. Dijo que no sabía lo que hacía y que no lo iba a hacer más. Que lo perdone y yo creí en su arrepentimiento sincero y lo perdoné, pero al poco tiempo volvió a intentar hacer lo mismo”, dijo la mujer.
Belén aportó como prueba las cartas escritas al Arzobispado denunciando esta situación. Además ante el nuncio apostólico en Buenos Aires, al que puso al tanto de los hechos que estaban sucediendo en Corrientes. La joven mujer, casada y madre de dos niños, llegó hasta la comisaría local, donde habría radicado una denuncia. Ante tanta presión, el sacerdote también denunció a la víctima por “hostigamiento”, intentando forzarla a que se retracte de todo lo que había dicho sobre él, pero en la exposición realizada por la mujer en la secciona, sostuvo todo lo que había padecido y venía denunciando del cura.
La causa judicial
EL FALLO ES DEL 29 DE OCTUBRE DE 2019.
En cuanto a la situación judicial del cura, fue presentada una causa bajo expediente Nº182212/19, por violación a la Ley 26.486 “de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales”.
En la causa quedó probada a través de testigos, un detallado informe psicológico y los audios presentados por la víctima, el grado de violencia que ejercía contra “aquella que no le caía en gracia o no acataba sus pedidos”.
En uno de esos audios citados textualmente en el expediente, el prelado le dice a Isabel: “Sos una gorda retrasada, chanta”, a lo que la entonces catequista le responde: “Y vos sos el padre de una iglesia, que debe contener y conciliar y estoy recibiendo esto de usted?”. Siempre, según cita textual el expediente, el audio siguió con el Padre respondiendo: “Sos una tarada. Te voy a hacer internar en el San Francisco. Sos una enfermita y te vamos a ayudar”. La mujer finaliza el audio acusando al sacerdote de andar sacando fotos del trasero de las chicas de la iglesia.
Por estos hechos, la titular del Juzgado de Familia Nº2, María Mercedes Sosa, “ordenó al sacerdote abstenerse de realizar cualquier acto de perturbación y/o maltrato, directa o indirecta, física, verbal, psicológica a través de cualquier medio tecnológico, redes sociales, etcétera”, bajo apercibimiento de medidas más gravosas.
A partir de ese fallo, el prelado también está obligado a denunciar su celular de contacto e e-mail si lo tuviere. Finalmente la jueza ordenó que se oficie al Arzobispado de Corrientes, a fin de poner en su conocimiento la denuncia efectuada y que concluyó con ese fallo.
Fuente corrientes hoy