Rodeado por sus agresores, Ariel Malvino retrocedía. No quería pelear. Uno de los atacantes le pegaba golpes de puño y patadas. Otro lo noqueó con una trompada. El joven estudiante de Derecho, después de pegar su cabeza el suelo, quedó desvanecido. Los testigos circunstanciales miraban sin entender lo que sucedía. Pero lo peor no había pasado. Cuando la víctima estaba en el piso, inconsciente y sin poder defenderse, un tercer atacante le arrojó una piedra de 17,5 kilos a la altura del abdomen. Pocos minutos después murió Malvino, de 23 años. Todo ocurrió el 19 de enero de 2006 en el balneario brasileño de Ferrugem, adonde el joven había ido de vacaciones con un grupo de amigos. Un asesinato con muchas similitudes con relación al brutal homicidio de Fernando Báez Sosa en Villa Gesell.
El crimen cometido en Ferrugem está impune. Catorce años después, Patricia Martín y Alberto Malvino, los padres del joven asesinado, esperan que en el transcurso de este año los tres acusados -Eduardo Braun Billinghurst, Horacio Pozo (h.) y Carlos Andrés Gallino Yanzi- sean sometidos a juicio oral y público. Por momentos, la causa judicial estuvo paralizada con demoras injustificables en traducir las indagatorias de los imputados y las declaraciones de los testigos. Los cuestionarios llegaron a la Argentina desde Brasil vía exhortos judiciales, pero una vez concluidas las diligencias judiciales no se traducían del castellano al portugués por falta de un perito oficial.
«No podemos entender cómo todavía no fue habilitada otra instancia para que sea respetado el derecho de acusación. La causa está demorada por un trámite de traducción desde hace meses», decía el padre de la víctima en enero de 2010, cuatro años después del crimen. Como Malvino, los tres acusados, oriundos de Corrientes, habían ido de vacaciones a las playas de Ferrugem, en el sur de Brasil. En el momento del homicidio, Braun Billinghurst tenía 22 años; Gallino Yanzi, 27, y Pozo, 22.
Los acusados
Gallino Yanzi y Pozo fueron imputados de «forma definitiva» por el delito doloso de lesiones corporales con resultado de muerte. Braun Billinghurst fue acusado de tentativa de homicidio agravado. «Cuando Ariel [por Malvino] estaba tirado en el piso, apareció Eduardo [por Braun Billinghurst] y le arrojó la piedra a la altura de la cintura. Luego salió corriendo. Gallino, en el momento de la pelea, tiraba patadas dirigidas a Ariel, que retrocedía porque no quería pelear. Mientras Ariel se alejaba de los golpes de Gallino, Horacio [por Pozo] le pegó una piña [sic] en uno de sus pómulos», sostuvo Sofía Cardoso, una testigo que respondió un cuestionario que mandó la Justicia de Brasil. El testimonio fue tomado en mayo de 2013 por el juez federal Daniel Rafecas.
En enero de 2007, al cumplirse el primer aniversario del homicidio, este medio entrevistó a Pozo. El joven, que en ese momento estudiaba la carrera de Veterinaria, afirmó: «Yo sostengo que nunca me peleé con Malvino, no lo vi nunca».
Ariel Malvino, la víctima
Pero para la Justicia de Brasil no hay dudas de su participación. Según el Ministerio Público de Santa Catarina, el 19 de enero de 2006, a las 5, en la calle general de la playa de Ferrugem, Gallino Yanzi, Pozo y Braun Billinghurst, participaban en una «riña» y peleaban contra diez personas «en agresiones físicas recíprocas». Malvino estaba cerca y observaba la gresca en «forma pasiva» e «hizo en voz alta un comentario despectivo sobre la actitud de los denunciados destacando la estupidez de las personas involucradas en la pelea».
Según reconstruyeron los investigadores judiciales, Gallino Yanzi y Pozo abandonaron la pelea y se dirigieron hacia el joven estudiante de Derecho y lo «interpelaron» por su comentario. Después se «lanzaron» [sic] en conjunto e intencionalmente contra la víctima y le pegaron varios puñetazos.
Malvino pudo esquivar los golpes. Retrocedió hasta que Pozo (h.), siempre según la imputación, «consiguió arrojarle en forma certera un puñetazo en el maxilar». La víctima se desvaneció. Al caerse, su cabeza dio contra el suelo. El golpe, según la autopsia, le provocó la muerte.
Como se dijo, el ataque continuó. Cuando el joven estudiante de Derecho, que vivía con sus padres en Belgrano, estaba desvanecido en el piso, «Braun Billinghurst con la inequívoca intención de matar, se apoderó de una piedra con un peso aproximado de 17,5 kilos que se encontraba en el lugar del hecho, e irguiéndola [sic] sobre su cabeza la arrojó violentamente contra Malvino. El resultado letal pretendido no llegó a consumarse solamente por circunstancias ajenas a su voluntad», afirmó en su momento el Ministerio Público.
Al describir la imputación cuando se le tomó una de las declaraciones indagatorias, el Ministerio Público Fiscal sostuvo: «Para la práctica del crimen, Braun Billinghurst se valió de un recurso que tornó imposible cualquier defensa por parte de la víctima, aprovechándose del hecho de que Malvino yacía en el suelo, inmóvil e inconsciente, para entonces arrojarle la piedra. Debe dejarse registrado que el homicidio fue cometido por un motivo banal, un simple comentario hecho por la víctima».