Destruyó su inocente infancia, la violó durante años, la hizo abortar, tuvo un hijo con ella, terminó preso y reconoció el calvario que le hizo vivir a su propia hija. Ahora todo indica que su futuro sólo le depara continuar en prisión hasta que cumpla condena.
Los hechos comenzaron entre el año 2003 y 2004, en una vivienda de la localidad de Caraguatay. Allí vivía la niña en compañía de sus padres biológicos y sus hermanos.
Los abusos de su progenitor comenzaron cuando la pequeña tenía siete años. El hombre que entonces tenía alrededor de 31, aguardaba a que la madre no estuviera en la casa para quitarle la ropa y comenzar a tocarla en sus partes íntimas.
Esta situación prosiguió hasta que la niña tuvo 10 años. Accidentalmente, el hermano llegó a ver en una oportunidad lo que su padre hacía con su hermana. Enseguida fue a contárselo a su mamá. La mujer llamó a su hija y le preguntó si esto era cierto. La niña le dijo que sí, pero la madre no les creyó a ninguno de sus hijos. El caso quedó en nada y la nena quedó expuesta a que siguiera ocurriendo.
Efectivamente, cuando ella ya tenía 11 años fue la primera vez que la accedió carnalmente. Ese día el padre avisó a su esposa que iba ir a la carnicería y se llevaba a la nena para que lo acompañe. Ella se negó pero no pudo hacer nada ante la autoridad de su progenitor.
Después de realizar la compra, cuando regresaban, el hombre detuvo la motocicleta en un pinar cerca del kilómetro 7 de Caraguatay. La llevó hasta una zona en la que nadie los viera, le sacó el short y la violó. Ella lloró y gritó de forma desconsolada, pero nadie podía escuchar lo que pasaba. Cuando culminó el acto le advirtió a su hija que no contara nada porque de lo contrario la iba golpear.
Ese fue el comienzo de violaciones en serie que el hombre cometía contra su hija. Los hechos continuaron en la misma casa, donde como ocurría antes, aguardaba que su esposa no estuviera y los otros hermanos se ausentaran a jugar al fútbol, para cometer los abusos en la misma cama matrimonial.
Para ese entonces las amenazas para que no contara nada habían pasado a los golpes, que eran con la mano abierta o eventualmente con algún objeto.
A los trece quedó embarazada de su padre. A los cinco meses de gestación la obligó a tomar un remedio casero para que abortara. Esto le provocó una hemorragia y debieron trasladarla de urgencia al SAMIC de Eldorado, donde los médicos le practicaron un legrado terapéutico. Llegó con riesgo de vida a causa del aborto en curso.
La madre al enterarse de esto le preguntó de quién había quedado embarazada, pero ella prefirió callar porque años atrás tampoco le había creído.
Las violaciones y los maltratos continuaron hasta el grado de no permitir que tuviera amigos ni hablara con nadie de su edad. Enojado, el padre llegó a inventar que su hija tenía un amorío con un compañero de curso y la obligó a dejar la secundaria cuando cursaba el primer año.
Cuando cumplió dieciséis volvió a quedar embarazada de su padre y esta vez nació un varón.
Al año siguiente, intentó retomar sus estudios pero cuando el hombre la vio con un joven que la acompañó a la salida de la escuela se molestó muchísimo. Tomó un palo de escoba, la golpeó en la muñeca y la tiró contra la pared porque había desobedecido su orden de que no hablara con nadie.
El fin de sus padecimientos comenzaron con un acto de valentía de su parte, al tomar la decisión de romper con sus más profundos temores. La joven, ya de 19 años, había comenzado a concurrir de forma habitual a una iglesia muy cerca de su casa. Esta situación coincidió con que ella había comenzado a rebelarse contra los vejámenes de su padre. Por ello el hombre comenzó a prohibirle que fuera al culto, lugar donde ella hallaba algo de paz, lejos del infierno de su propio hogar.
La joven desobedeció la orden y se dirigió a la iglesia. Conociendo que iba ser golpeada a su regreso, se fue a lo de una amiga y le pidió pasar la noche allí. Al otro día, a la salida del colegio pasó por su casa para buscar a su hijo, pero su madre se negó a dárselo. En los días siguientes, para no ser una carga para la familia de su amiga y al ya no querer volver a su casa se fue a la casa de su tía. Finalmente, luego de mucho pensar y decidida, la joven se presentó en la comisaría y denunció a su padre.
De forma inmediata tomó intervención el Juzgado de Instrucción 1 a cargo del magistrado Roberto Saldaña. El hombre que entonces tenía 41 años, era empleado municipal y se mantuvo prófugo durante 48 horas. Su captura se hizo efectiva el 19 de mayo de 2017. Creyó que podía volver a su casa sin ser visto, amparado por la torrencial lluvia que se había desatado, sumado a los cortes de luz que afectaron a Caraguatay. Terminó sorprendido por efectivos de la UR-III quienes montaban una vigilancia encubierta.
Recolectadas las pruebas necesarias, entre ellas el test de ADN que certificaban la paternidad del hijo de la joven, el caso fue elevado a juicio por los delitos de “abuso sexual sin acceso carnal, abuso sexual con acceso carnal ambos calificados por el vínculo y cometidos contra una menor de 18 años, aprovechando la situación de convivencia y reiterados en un número no determinado de hechos, en concurso real con la promoción de la corrupción de menores, agravada por la edad y el vínculo y el delito de aborto”, en perjuicio de su propia hija.
En los últimas semanas mientras se definía la fecha para que el acusado se sentara en el banquillo, optó por evitar el escarnio público y reconocer que efectivamente los hechos denunciados por su hija habían ocurrido.
Su defensor se presentó en la fiscalía ante el Tribunal Penal 2 de Eldorado con un pedido de juicio abreviado. En el mismo, el acusado reconocía la materialidad de los hechos, como así también ser el autor de los mismos y la pena que le cabía por los delitos cometidos. En este sentido, las partes acordaron una pena de 11 años de prisión para el acusado. Esto fue presentado al Tribunal y se estima que en los próximos días el acuerdo terminará homologado por los magistrados.
El trabajo de la Justicia hará su parte. Al menos un bálsamo para las profundas heridas de la joven, luego de más de una década de abusos.
Fuente diario primera edicion