Parece demasiado previsible, más si en el camino los investigadores encuentran un reguero de pruebas y testimonios que comprometen a los acusados.
Una vez más la realidad superó a la ficción, al menos así lo determinó la instrucción del caso y ahora el Tribunal Penal Uno tendrá la misión de juzgar a los acusados. El juicio oral y público comenzará hoy, a las 8.30, y se prevén dos jornadas con doce testigos citados.
El 22 de junio de 2013, alrededor de las 21, Ángel Altísimo (44) fue emboscado y acribillado a tiros en el lavadero de su propia casa, situada en el paraje Campín Largo, en la localidad de El Soberbio.
La víctima recibió tres impactos de bala a la altura del tórax y falleció a las pocas horas en el hospital Samic de Oberá.
Por el hecho están imputados Claudia Rosa Pereyra Da Costa (39), esposa de Altísimo, y Lovis Ferreyra (38), quien al momento del hecho gozaba de salidas transitorias de la Unidad Penal II por una condena previa.
Para los investigadores, la mujer mantenía una relación sentimental con el convicto y entre ambos planearon el asesinato para hacerse de los bienes de la víctima.
Pero no habrían contado con la firmeza de una de las hijas de Altísimo, quien no dudó en implicar a su propia madre y permitió revelar la verdad de los sucesos.
La joven, entonces de 20 años, contó que su mamá dijo que lavara el lugar donde mataron a su marido, con lo que eliminó posibles huellas. También le pidió que escondiera los casquillos de los proyectiles hallados en la escena del crimen dentro de un horno a leña de la misma vivienda.
Por 14 mil reales
Más tarde, la chica le entregó a la Policía un revólver calibre 38 que su madre había escondido. Posteriormente se comprobó que fue el arma utilizada para ultimar a la víctima.
El 38 había desaparecido de la casa en Semana Santa de 2013, junto con 14 mil reales, de los cuales sólo Altísimo y su mujer conocían la ubicación. Otro testigo declaró que una vez escuchó que la mujer amenazó de muerte a su esposo.
Por ello, ante la contundencia de las pruebas, en un primer momento Pereyra Da Costa reconoció que contrató sicarios para que maten a su marido, pero luego se desdijo.
Más allá de las evidencias en su contra, luego del hecho la mujer fue beneficiada con la excarcelación mediante una fianza de 250 mil pesos. La medida fue otorgada por el cuestionado Demetrio Cuenca, entonces al frente del Juzgado de Instrucción San Vicente.
12 Testigos.
Están citados a declarar en las dos jornadas.
3 Balazos.
Altísimo sufrió tres tiros a la altura del tórax.
14.000 Reales.
Habrían desaparecido de la casa de la víctima durante la Semana Santa de ese 2013, según la investigación.
La medida fue apelada por el fiscal del mismo Juzgado, Rodolfo Andrés Cáceres, y el expediente recaló en la Cámara de Apelaciones en lo Penal de Posadas, órgano que en octubre del 2015 revocó la excarcelación y ordenó la detención de la mujer.
Personal de la Secretaría de Apoyo para Investigaciones Complejas (Saic) tuvo a su cargo la recaptura, que no resultó sencilla, ya que la acusada se dio a la fuga. Pereyra Da Costa fue atrapada en la terminal de la ciudad de Luján, Buenos Aires, cuando intentaba tomar un colectivo para seguir escapando.
Fuentes de la Saic comentaron que para lograr su detención fue clave la “huella electrónica” que dejó al realizar extracciones de distintas entidades bancarias.