– Buenas. Si querés estacionar acá, son $50.
– Bueno, ahora cuando regreso te los doy.
– No. Se paga por adelantado.
– ¿Me vas a cobrar por adelantado para cuidarme el auto?
– ¿Cuidar el auto? Te repito: se paga $50 por estacionar acá y es por adelantado. Si no te gusta, despejá que hay muchos autos y poco lugar.
– No voy a pagarte. Es espacio público. Es la calle.
– Como quieras. Ojalá nada le pase a tu auto mientras no estés.
La poca amistosa charla se dio entre uno de los mal llamados “trapitos” y un automovilista en la banda Oeste de la Costanera Sur, frente a un reconocido boliche, un viernes hace un par de semanas ya en las primeras horas de la madrugada.
En tono amenazante e imperativo, el “cuidacoche” exigió un dinero para que un ciudadano pudiera dejar su vehículo, en la vía pública, sin que el rodado sufriera algún inconveniente durante la ausencia del propietario. En una simple palabra, este accionar se define como “extorsión” (obtener algo de una persona mediante el uso de la violencia, las amenazas o la intimidación). Es decir, es un delito.
UN PAGO VOLUNTARIO QUE MUCHAS VECES NO LO ES.
–
Días atrás, me tocó entrevistar a Jorge Sladek Uffelmann, secretario de Movilidad Urbana y Seguridad Ciudadana de la Municipalidad. El funcionario comentó en el reportaje que la Comuna tiene abierto un padrón para los “trapitos”, quienes deben reunir una serie de requisitos, y a quienes se les asignó un lugar específico – fuera del área delimitada para el Estacionamiento Medido – para su labor. Aseguró que como requisito para desarrollar su trabajo como “cuidacoches”, los mismos deben tener colocado un chaleco y un carnet identificatorio (en el que está correctamente establecido quién es la persona) sobre el pecho. Dejó precisamente claro que el pago es “voluntario” y que no hay canon determinado. Algo similar comentó el subsecretario de Transporte del Municipio, Lisandro Rueda, en la nota que época publica en la edición de hoy en las páginas 10 y 11 del presente informe.
Se trata de una medida heredada por la actual gestión de las anteriores administraciones capitalinas. Hasta allí, uno podría decir que se trata de regular lo irregular, de otorgar un permiso para una actividad no reglamentada y, claramente, alejada de los cánones de un empleo formal. Es decir es un trabajo en negro, sin cobertura social ni por accidentes laborales, sin aportes previsionales, sin condiciones mínimas de salubridad entre otras tantas anomalías.
–
“Es increíble: hasta pusieron conos en algunos lugares de la Costanera, como si se tratara de un estacionamiento”.
–
Como quienes ejercen esta labor de “trapitos” generalmente pertenecen a las clases sociales más desprotegidas, el Gobierno de turno pareciera “entregarles” ciertos sectores de la ciudad para que se ocupen de cuidar coches y no “fastidiar” con solicitudes molestas como la pedir un trabajo digno o las condiciones necesarias para alcanzar uno.
Desde el vamos, la concepción de abrir un padrón para los “trapitos” es, insisto, regular lo irregular. Pero dejémoslo de lado. Analicemos como si se tratara de una medida que pretende otorgarle un trabajo a quienes más lo necesitan. Veámoslo como una decisión adoptada para paliar un problema social. Hasta allí, es atendible.
Ahora ¿qué ocurre cuando nadie controla?
Pasa lo que pasó. Estimado lector que pretende estacionar en la Costanera un sábado por la noche o en las cercanías del anfiteatro durante la Fiesta del Chamamé, por ejemplo… ¿cuántas veces vio un “trapito” con un chaleco y una identificación en el pecho?
No es bueno colocarlos a todos los “cuidacoches” en la misma bolsa. Están quienes se registraron y obtienen la moneda de acuerdo a la voluntad de los automovilistas. Pero, ante la falta de control, ganaron muchos lugares aquellos que extorsionan a quienes aparcan sus vehículos en los espacios que ellos determinaron que les pertenece. Son unos “ocupas” de la calle y se creen con el derecho a cobrar “peaje” al resto de los ciudadanos.
La Costanera Sur es uno de los lugares preferidos por los mal llamados “trapitos” para intimidar a los automovilistas y exigir dinero para permitirles estacionar.
–
“Hay muchos que dicen ser “cuidacoches” y al final lo único que logran es perjudicarnos a quienes tenemos el permiso municipal. Vienen muchos, algunos ni siquiera son correntinos, y cobran lo que quieren”, comentó Ramón García, un “trapito” de la Costanera General San Martín (más detalle en la nota de páginas 8 y 9, la entrevista audiovisual puede observarse en diarioepoca.com)
Ramón tiene razón. Esta semana, la Policía detuvo a cuatro supuestos “trapitos” quienes, en forma amenazante, pretendieron cobrar tarifas exorbitantes a turistas en la Costanera Sur. Ninguno era capitalino. Dos eran de Resistencia (Chaco), uno era de Paso de los Libres y el último, bonaerense (más información, ver página 14).
– Me sentí obligada a pagar. Tenía miedo que me rompan el vehículo.
– Es increíble: hasta pusieron conos en algunos lugares de la Costanera, como si se tratara de un estacionamiento.
Las dos frases corresponden a automovilistas quienes narraron a época sus malas experiencias con los “trapitos” (ver páginas 6 a 8).
Precisamente, la apropiación del espacio público y la intimidación son el resultado de la falta de control de una actividad que, en muchos casos, se volvió ilegal.
–
La apropiación del espacio público y la intimidación son el resultado de la falta de control de una actividad que, en muchos casos, se volvió ilegal.
–
Ante la consulta de época, el comisario Emilio Rodríguez, Director de Seguridad y Prevención del Delito, señaló que la fuerza no tiene instrucciones específicas contra los falsos “trapitos”. Sin embargo, señaló que hay presencia constante de los uniformados en los paseos costeros, principalmente los fines de semana y que actúan ante el requerimiento de los automovilistas que se sienten amenazados (ver páginas 12 y 14). También confirmó que en la mayoría de los casos, los detenidos no son de la ciudad.
Mientras tanto en el Concejo Deliberante todos están de acuerdo en la necesidad de un mayor control. Es decir, los legisladores de la ciudad se dieron cuenta del inmenso vacío estatal que originó la problemática. Reconocer el error es el primer paso para enmendarlo. Algo es algo.
El debate en el Concejo se da entre quienes insisten en la regulación (lo que sería lo normal si fuéramos una sociedad seria) y la prohibición (algo dramático pero que difícilmente se pueda implementar) (Ver páginas 16 y 17).
Sería interesante que el debate legislativo no sea sólo discursivo, con respuestas de ocasión ante el requerimiento periodístico por una problemática que multiplicó episodios desafortunados. Es fundamental que los representantes de los capitalinos intercambien pareceres, puntos de vistas, experiencias para poner un freno a esta problemática antes de que la misma derive en situaciones como la de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en la que la labor de los “trapitos” está regenteada por mafias. Es que como decía el General Perón: “Si no tenemos cabeza para prever, debemos tener espalda para aguantar”. A las claras, espalda nos falta.
El presente informe especial fue realizado por los periodistas Rocío Sandoval, Mariano Mauriño, Cristian Ramos y Alejandro Canteros.
–
ENLACES DEL INFORME ESPECIAL:
Automovilistas aseveran que acceden a pagar para evitar conflictos
Cuidacoches temen perder su fuente laboral
Mayor control para evitar el cobro indebido
“La Policía no impedirá trabajar, sí intervendrá ante la violencia”
Ediles discuten entre prohibición o regulación del cobro en Costanera